martes, 26 de junio de 2018

Colectivo 106


Ella tiene alrededor de 15, asumo, y él 16.
Ella conserva intacta hace media hora una sonrisa tan amplia que dolería imitar.
Él se ríe de todo lo que dice. De todo lo que escucha. De todo.
No paran de hacerse chistes con doble sentido y encontrar cualquier excusa para acercarse al labio del otro sin tocarlo.
No les importa que el tránsito no avance, ni viajar como sardinas.
No disimulan su excitación ni ante la vieja horrorizada del primer asiento.
Ninguno de los dos se pregunta qué son, ni se defiende de nada.
No hay futuro ni pasado, en ninguno de los dos.
Creo que intuyen que estoy escribiendo sobre ellos, pero les da igual, y pienso: qué injusta es la madurez con la pasión.

martes, 8 de mayo de 2018

Ami

Sé que no tiene lógica pero trato de entender por qué. 
A la distancia pienso que éramos como dos plantas juntas en una misma maceta. Siempre juntas, compartiendo el sol, el agua, la tierra, el espacio... y por ese compartir, paradójica e inconscientemente nos limitábamos entre nosotras. Crecíamos a la par y nos marchitábamos a la par.

Sé que no tiene lógica pero trato de entender por qué. 
La distancia hizo que crezcamos, mucho, el doble, el triple, el más allá de lo que imaginamos de nosotras mismas. 
Nos veo en nuestro presente como esos ombúes que pareciera que con el tiempo pudieran extenderse hasta el infinito. Estamos floreciendo cada una en un campo diferente, sin apoyarnos en la otra y sin necesitar un tutor.

Sé que no tiene lógica pero trato de entender por qué. 
Tengo la hipótesis que (muchas veces) la mejor opción para dos personas que se quieren es darse espacio, aunque eso signifique el final de una amistad, o quizás, otro tipo de amistad: un vínculo de cariño que se alimenta sólo con desear que el otro supere sus límites. Que sea feliz, echando raíces dónde quiere y cómo quiere, aunque sea lejos de uno.