viernes, 27 de junio de 2014

Super clásico

Hoy juega Boca contra River.
Nos sentamos en un bar. Hablamos. Siempre hablamos. Mucho. Y podría ser más tiempo. Podría ser un siempre de palabras.
Nos sentamos en un bar. Ya perdí la cuenta de cuántas veces mi boca esperaba un beso y recibió café. Me pregunto qué hago de nuevo acá. ¿Por qué me gustás? Hay una línea demasiado delgada entre el orgullo y el amor.
Una vez más vuelvo a mi casa pensando “le hubiese robado un beso y que se enoje si quiere”. ¿Sabés cuántos ósculos me robaron a mi? No, ¿no? Porque además no sabés lo que es eso.
No imaginarías cuántas veces dí un beso sabiendo que para mi era tan sólo un choque de labios, pero para la otra persona como ganar en el Monopoly.
Nos sentamos en un bar. Y juega Boca contra River. 
Un amistoso.
Un flaco se para a mirarlo con la ñata contra el vidrio y la novia lo tironea de un brazo para seguir caminando… y yo te observo y pienso, yo nunca te haría eso. Quizás por eso no te gusto.

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