sábado, 1 de noviembre de 2014

Bon voyage

Dedicado  al  que entra en mi cocina

Todavía están tus huellas en mi pelo y ya siento melancolía.
Voy a eternizar ese beso de espaldas, a tiempo, y sin tiempo.
Me da tanto placer que vueles libremente, que me asusta.
Qué cruel es notar que podría quererte, tan orgánicamente.

No te pido que te quedes, porque no te vas del todo.
Escucho tus canciones uruguayas y te siento. Mucho.
No ambiciono con vos, te deseo profundamente.
Y fluye de manera tan impune que no voy a detenerlo.

Quiero vos en cada centímetro de mi.
Me llené los ojos de tu mirada, para no extrañarte.
Te voy a escribir cartas que no te voy a mandar.
Quizás éste sea nuestro Delirio a dúo.

Espero no incomodarte, y me disculpo de antemano.
Pero voy a decirlo, honesta y visceralmente.
Me gustás. O tanto y tan profundamente más que eso.
Me siento cautivada por cada una de tus venas.

Quisiera ver de qué manera te modifica el sol.
Transitar cómo es despertarme entre tus piernas.
Perdernos en muchas cosas que desconocemos.

O saber, al menos, que dejé un poco de mi dentro tuyo. 

domingo, 26 de octubre de 2014

Beso encallado, casi corriente.

Quiero escribir sobre vos.
O encima tuyo.
Resaltar en tu pecho.
Y descansar en tus párpados chinos.


Te extraño sin conocerte.
Te pienso en los silencios.
Te beso en las esquinas.
Me gustás más de lo que puedo.

Tu voz se me proyecta en estos días,
como texto lorquiano.
Caminás despacio y fuerte.
Y así te vas, sin que pueda verte. 

lunes, 22 de septiembre de 2014

Instrucciones para hacer el amor

Hablame de política.
No me vendas humo, 
dame fuego.
Yo tampoco tengo subtexto.

Hacé tu revolución,
en mi ventrículo izquierdo.
Mordeme hasta que sangre.
Transgredí mis reglas.

Mirame con ojos claros.
No seas arrogante.
Dejame que te espíe,
actuá que no te das cuenta.

“No tiene nada de malo ser cursi.”
Ese es tu discurso.
Me gusta tu cabeza:
tu pelo y tus ideas.

Vos sos la palabra libertad
y yo te hablo en imperativo.
No nos entendemos.
O si.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Constante

Hace medio año que no voy.
Con nadie.
Hace medio año que vos.
No me interesa ninguno que no tenga tu nombre.
Ni tu naif manera de insultar.
Ni tu rechazo constante.
(Es constante. En un valor de tipo.
Permanente. Que no puede modificarse.
Al menos no dentro del contexto o situación en la cual está.)
Ya no te esperan muchas de las personalidades que conviven en mi.
Pero hay algunas más fuertes, pacientes y utópicas.
Como en todos los demás, no soy especial.
No soy especial, para vos.
Pero las partículas de mi cuerpo acuerdan todas en algo más que en ser yo.
Que estés bien, conmigo.
Con otra.
Con alguien.
Solo.
Sólo conmigo. (Ya sé que no es opción)
Que descanses y duermas bien.
Yo sigo soñando con vos, sabiendo que con los ojos cerrados no se puede mirar.







miércoles, 16 de julio de 2014

Voy a escribir y vengo

Voy a escribirte.
Porque le dedico cosas a la gente no me vale la pena.
Y no sé aún si es el caso, pero no me voy a dar el lujo de dejar de hacerlo.
No vaya a ser cosa que te conviertas en la persona más inservible que ha pasado por mi vida, la presencia más insignificante o TODO lo contrario, y que no te dedique unas palabras.

Voy a escribir hasta vos.
Te pongo un límite.
Como no te gusta, te vas.
(Ya te fuiste.
Esto no lo seguiste leyendo pero yo voy a terminar, porque soy un ser humano y me gusta terminar.)
Soy una mujer y me gusta terminar.
Soy una más.
No podía ser menos.

Voy a escribir para vos.
Para que sepas que creo que sos como sos, porque no querés ser igual a los otros. 
Es un tema de imagen.

Voy a escribir hacia vos.
En dirección a tus ojos.
Mirame de verdad.
Fijate quién soy.
Seamos amigos y besémonos.
De vez en cuando.
Frecuentemente.
Nunca y desde siempre.
Sólo los dos.




martes, 8 de julio de 2014

Segundo tiempo

Me siento a esperar.
Me siento. A veces no me gusta lo que escucho.
(Me quedé sin cigarrillos. Advierto.)
El Youtube está en pausa y su quietud hace juego conmigo.
La música juega con mis inquietudes como quiere, no es nuevo.
Y el silencio me gana.
Compito con palabras que no existen más que dentro mío.
O ni siquiera eso.
De a poco, en hilerita, pasan las agujas del reloj.
Algunas se me clavan en la sien como un haraquiri del tiempo.
Realizo acciones virtuales.
Verbos que antes no existían.
Añoro aquellos días y olvidé las noches.
Estoy a millones de horas de todo eso.
Siguen pasando los minutos, algunos se quedan.
Voy a dormir. Un vez más.
Como todos los días.
Que soñar despierta es cosa de princesas.




viernes, 27 de junio de 2014

79 gramos

Doy la vuelta. 
Pero no llego al mismo lugar.
Ni a ningún lado.
Pienso.
Hablo. 
Callo.
Y en eso me bajo 100 gramos de algo que contenga harina.

El clima está de birra, pero me pega como tiro en la sien los días de semana.
Vuelvo al mate.
Ya está frío.

Llego al espejo. 
Ya estuve acá hoy.
Busco en mi cara las 7 diferencias entre yo y yo unos años atrás.
No las encuentro.
Abandono el juego.
Lo mismo, soy linda.
O eso creo.
No, soy linda.
Bueno, para el caso, qué importa eso ahora.

Te beso y agarro un libro.
Me acuesto a leer y prendo un cigarrillo.
(No es cierto lo del beso).
Los renglones no avanzan o yo estoy lenta. 
Quedo sola con tus canciones de mi cabeza.
(No era cierto lo del beso. Ya lo dije.)

De pronto, respiro y me doy cuenta lo que pasa:
En una noche como esta, cualquiera querría enamorarse…
  


Menos vos.

Segunda cita

Él es genuino.
No se acerca de más.
No incomoda.
No invade.
Parece que se alejara todo el tiempo y sin embargo, en cada una de sus respiraciones emite una ínfima ración de intimidad.

Las palabras juegan entre ellas.
Las suyas y las mías.
Se hacen amigas.
Se pegan.
Se esconden.
Parecen niñas que salen de nuestros labios, mientras nosotros serios creemos que maduramos.

Y así pasan las horas.
Mi cuerpo se extraña.
Es como si no supiera muy bien qué hacer.
Se vuelve extraño o se acostumbra a esa distancia.
Pasa la tensión.
Pasa lo sexual.
Pasa la bronca.
Pasa el prejuicio.
Pasan un cúmulo de sensaciones en fila entre nosotros, en ese proceso de conocerse.

Mi cerebro, ingenuo, intenta entender a dónde estoy yendo, adónde me está llevando y adónde vamos a terminar. Siempre quiere saberlo todo, pero a veces no puede.
El corazón, por una extraña razón, abraza la confianza de aquel desconocido y calma al intelecto, después de todo, el único que se expone siempre es él.
Miro sus ojos y quisiera pedirles por favor que expresaran menos.

Se va.
Me voy.

Cada uno se reencuentra y se abraza feliz consigo mismo de nuevo.

Super clásico

Hoy juega Boca contra River.
Nos sentamos en un bar. Hablamos. Siempre hablamos. Mucho. Y podría ser más tiempo. Podría ser un siempre de palabras.
Nos sentamos en un bar. Ya perdí la cuenta de cuántas veces mi boca esperaba un beso y recibió café. Me pregunto qué hago de nuevo acá. ¿Por qué me gustás? Hay una línea demasiado delgada entre el orgullo y el amor.
Una vez más vuelvo a mi casa pensando “le hubiese robado un beso y que se enoje si quiere”. ¿Sabés cuántos ósculos me robaron a mi? No, ¿no? Porque además no sabés lo que es eso.
No imaginarías cuántas veces dí un beso sabiendo que para mi era tan sólo un choque de labios, pero para la otra persona como ganar en el Monopoly.
Nos sentamos en un bar. Y juega Boca contra River. 
Un amistoso.
Un flaco se para a mirarlo con la ñata contra el vidrio y la novia lo tironea de un brazo para seguir caminando… y yo te observo y pienso, yo nunca te haría eso. Quizás por eso no te gusto.